La alimentación ecológica
La magia recorrÃa su cuerpo de principio a fin. SentÃa como corrientes de energÃa emanaban de sus células. Una infinita sensación de placer le hacÃa estremecerse. Y todo fruto de la concentración, el esfuerzo, la constancia y el equilibrio que habÃa ido acumulando en su ser.Decidió cambiar sus hábitos alimentÃcios. Dejó de comer carne y pescado, como siempre le habÃan enseñado, para emprender la aventura de comer a base de legumbres, verduras, frutas y frutos secos, los magnÃficos manjares que nos regalan los árboles y las plantas para nutrirnos.
Su alegrÃa, mes a mes fue en aumento. Su mente se aclaraba, y no podÃa comprender, cómo en todos estos años no se habÃa dado cuenta antes de lo importante que era el alimentarse de comida 'viva'.
Comprendió que ahora se estaba alimentado de semillas, tubérculos que estaban vivos, pues si en vez de comérselos, los plantaba en la tierra, eran capaces de generar una nueva planta, un nuevo ser, grande y fuerte que serÃa capaz de volver a regalar alimento a quienquiera que pasara a su lado y lo necesitara.
Siempre, hasta darse cuenta del cambio tan grande que produce en el cuerpo el dejar de comer 'alimento sin vida', habÃa sentido que le faltaba algo, que no estaba al completo. Sin embargo ahora, sentÃa que todo su ser brillaba y emanaba una fuerza sin fin, de unas magnitudes que nunca hubiera soñado que pudieran ser reales.
Y el camino sólo acababa de comenzar, pues su cuerpo sólo habÃa comenzado a purificarse. El siguiente paso que le hizo brotar felicidad por cada poro de la piel, fue el comer comida ecológica. La alegrÃa que destilaba a cada paso era de niveles incomprensibles, pues hace falta experimentarlo para poder llegar a vislumbrar un ápice de lo poderoso que puede ser el alimentar el cuerpo con vida.
duhnn